Una pareja de campesinos deseaban con todas sus fuerzas tener un hijo. Estaban muy tristes porque no había niños en su hogar, no había bulla, no había risas. Decían que sí por lo menos tuviesen uno aunque sea del tamaño de un pulgar, lo cuidarían y amarían y serían muy felices. Y así sucedió, se les cumplió el deseo al piel de la letra y les nació un niño muy bien formado pero del tamaño de casi un pulgar. Y lo amaron y quisieron mucho. Le daban mucha comida en el afán de que se desarrollara más pero quedó en el mismo tamaño que nació, sin embargo era muy vivaz y muy inteligente.