"Tres muertes. Dos amores y una historia convulsa. Esta novela cuenta la historia de Paco el Relojero, de su exilio forzoso, de su regreso a Cádiz y del equilibrio constante entre las pasiones, la política y la venganza. También cuenta la vida de una pareja cualquiera de posguerra, de esa parte de la memoria que se olvidó, de esa existencia condicionada y en susurros, sin hacer ruido, sin levantar sospecha, con mucho miedo y miseria.

Todo confluye, todo encuentra su punto en común mientras pasan los años en Cádiz, en Cuba y en los barrios obreros de una ciudad portuaria y gris que sobrevive como forma de estar en el mundo.

Trabajadoras de la cigarrera, vendedores ambulantes, pescadores, vedettes, artistas, sindicalistas, patrones y gente, en el sentido amplio de la palabra, que buscan su sitio, su sentido y muy pocas veces lo encuentran."

Lo compré en la Feria del Libro de Cádiz sin tener ninguna referencia y no sé qué puedo decir. Hay historias sobre las que tengo una idea clara porque no me dejan ninguna impronta o justo al contrario, reacciono a ellas con una intensidad que me sorprende (y estas son las que me gustan). En este caso tenemos la historia de un hombre al que han dado por muerto dos veces y que ha vivido las huelgas, el caciquismo, el movimiento anarquista, los inicios de la Guerra Civil, la represión, el hambre, la explotación. Incluso se vio obligado a exiliarse a La Habana. Situaciones muy duras, muy extemas, de esas que te dejan mal cuerpo y un poso de horror y pena por cuanto hubo tantísimos españoles que las vivieron y es difícil desligar lo novelado de la realidad de la época. Sin embargo, a pesar de todo, no me deshago de la sensación de que ésta es una novela bonita, una lectura casi amable a pesar de los abusos porque hay amor, solidaridad, un futuro al que mirar y por el que luchar.

Esta impresión mia es absurda. Hay ejecuciones en las tapias de los cementerios, se rapa a las mujeres y se las purga con aceite de ricino (siempre recuerdo Individuas de dudosa moral, tremendo libro), los niños abandonaban el colegio para empezar a trabajar, pero no dejo de encontrar dulces las relaciones humanas que se desarrollan en semejante entorno. No soy capaz de juzgar esta novela.

Capítulos cortos, prosa sencilla, pocas páginas, vuelvo a contradecirme si llamo lectura ligera a una novela con semejante contenido.

El próximo lunes, sobre las seis de la tarde, dejaré algunos libros en los bancos de la antigua cafetería de la Escuela de Idiomas, en la avenida Doctor Fedriani.