El enano
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Libro donado por la abuela de Carboanion.
De la página http://www.vidasdelibro.com/Personajes/LB_006_Piccolino.html se extrae:
Sinopsis
En Italia, mediado el siglo XV, el enano Piccolino apunta en un diario cuanto sucede en la corte. Los dispares sentimientos que otros personajes le infunden se expresan en esas anotaciones, resultando una excepcional descripción de la vida cortesana renacentista, que alterna la admiración por las artes y una pertinaz tendencia hacia la disputa bélica. Piccolino narra la guerra entre las ciudades italianas, incluida la de su príncipe, y el sitio a que su ciudad se somete. La enfermedad y el hambre diezman al pueblo sin que nadie pueda evitarlo. Piccolino escribe mientras la vida desea recuperarse.
El personaje
Piccolino: sesenta y cinco centímetros de crueldad humana. Que no dude el lector pues el enano intentará confundirlo reclamando para sí una condición distinta. Piccolino es, inevitablemente, un hombre. Si bien la deformidad de su alma monstruosa espanta, la renuncia a esa condición a la que Piccolino acude reiteradamente en el texto no hace sino afirmar al lector la naturaleza humana del personaje. Nada importan la contextura ni el rasgo físicos, la actitud mental del personaje se muestra inteligente, hasta lógica, siempre razonada. Piccolino es un hombre, un hombre inteligente y, además, un hombre cruel.
Apuntaba la Academia Sueca que el premio Nobel se concedía a Par Lagerkvist, entre otros méritos, por “las respuestas obtenidas a las preguntas relativas a la bondad humana”. Piccolino, el enano, viene como una respuesta invertida, una verdadera negación de esa bondad humana. ¿A qué responde el alma de este personaje? Piccolino ama la guerra como expresión de su propio ser, rechaza todo afecto, niega los pretextos del sentimiento cuando éste se ejercita entre las personas. Su odio no se ablanda. Desprecia el amor. Nada lo espanta; ni el hambre ni el dolor lo reducen. A nada teme. Y es un asesino. Piccolino se expresa así: “¿Quién adivina lo que en realidad soy?”. Y seguido se contesta: “Es mejor para ellos no suponerlo siquiera. Si lo supieran podrían quedar espantados. Sí, si lo supieran, la sonrisa se les apagaría en la boca y los labios se les marchitarían y secarían para siempre. Ni todo el vino del mundo podría humedecérselos ni enrojecérselos de nuevo”.
¿Qué virtud hay, si alguna cabe, en este personaje inverosímil y a la vez certero, de mirada amarga y decisión inalterable, brutal, unas veces ansioso y frío otras, capaz de llevar la desgracia a toda una ciudad y de desear la guerra como un alivio? Ciertamente, el enano se exhibe como una criatura temible. Pero la virtud también se intuye cuando apunta en su diario las veces en que reclama su propio lugar o cuando se niega a ser tocado. Entre la impiedad de su alma, Piccolino jamás engaña, nunca ironiza, siempre responde con una frialdad mecánica en la que podría confiarse. Para su vida nada quiere, ningún bien lo aturde y ninguna posesión le justificaría perder el ánimo. Piccolino demuestra el valor que la estima hacia uno confiere a toda persona. Piccolino sólo exige que respeten su dignidad como enano. Piccolino: sesenta y cinco centímetros de dignidad humana.
De la página http://www.vidasdelibro.com/Personajes/LB_006_Piccolino.html se extrae:
Sinopsis
En Italia, mediado el siglo XV, el enano Piccolino apunta en un diario cuanto sucede en la corte. Los dispares sentimientos que otros personajes le infunden se expresan en esas anotaciones, resultando una excepcional descripción de la vida cortesana renacentista, que alterna la admiración por las artes y una pertinaz tendencia hacia la disputa bélica. Piccolino narra la guerra entre las ciudades italianas, incluida la de su príncipe, y el sitio a que su ciudad se somete. La enfermedad y el hambre diezman al pueblo sin que nadie pueda evitarlo. Piccolino escribe mientras la vida desea recuperarse.
El personaje
Piccolino: sesenta y cinco centímetros de crueldad humana. Que no dude el lector pues el enano intentará confundirlo reclamando para sí una condición distinta. Piccolino es, inevitablemente, un hombre. Si bien la deformidad de su alma monstruosa espanta, la renuncia a esa condición a la que Piccolino acude reiteradamente en el texto no hace sino afirmar al lector la naturaleza humana del personaje. Nada importan la contextura ni el rasgo físicos, la actitud mental del personaje se muestra inteligente, hasta lógica, siempre razonada. Piccolino es un hombre, un hombre inteligente y, además, un hombre cruel.
Apuntaba la Academia Sueca que el premio Nobel se concedía a Par Lagerkvist, entre otros méritos, por “las respuestas obtenidas a las preguntas relativas a la bondad humana”. Piccolino, el enano, viene como una respuesta invertida, una verdadera negación de esa bondad humana. ¿A qué responde el alma de este personaje? Piccolino ama la guerra como expresión de su propio ser, rechaza todo afecto, niega los pretextos del sentimiento cuando éste se ejercita entre las personas. Su odio no se ablanda. Desprecia el amor. Nada lo espanta; ni el hambre ni el dolor lo reducen. A nada teme. Y es un asesino. Piccolino se expresa así: “¿Quién adivina lo que en realidad soy?”. Y seguido se contesta: “Es mejor para ellos no suponerlo siquiera. Si lo supieran podrían quedar espantados. Sí, si lo supieran, la sonrisa se les apagaría en la boca y los labios se les marchitarían y secarían para siempre. Ni todo el vino del mundo podría humedecérselos ni enrojecérselos de nuevo”.
¿Qué virtud hay, si alguna cabe, en este personaje inverosímil y a la vez certero, de mirada amarga y decisión inalterable, brutal, unas veces ansioso y frío otras, capaz de llevar la desgracia a toda una ciudad y de desear la guerra como un alivio? Ciertamente, el enano se exhibe como una criatura temible. Pero la virtud también se intuye cuando apunta en su diario las veces en que reclama su propio lugar o cuando se niega a ser tocado. Entre la impiedad de su alma, Piccolino jamás engaña, nunca ironiza, siempre responde con una frialdad mecánica en la que podría confiarse. Para su vida nada quiere, ningún bien lo aturde y ninguna posesión le justificaría perder el ánimo. Piccolino demuestra el valor que la estima hacia uno confiere a toda persona. Piccolino sólo exige que respeten su dignidad como enano. Piccolino: sesenta y cinco centímetros de dignidad humana.
Lo he secuestrado yo e Idgie W. McGregor está en lista de espera, también ;)
Hoy mismo lo he leído y me ha encantado y repelido al mismo tiempo: el enano es odioso, simple y llanamente. Lo que copié de la web al registrar el libro es una interpretación un poco distinta de la que yo le doy porque ¿es Piccolino cruel o dicha crueldad es un mecanismo de autodefensa, algo que encubre una tremenda envidia hacia la felicidad ajena? Porque su relación con la princesa me dio mucho que pensar y se complace en destruir... No especifico más para no estropear a nadie ninguna parte del libro.
Esta tarde se lo he pasado a Idgie W. McGregor en mano.
Esta tarde se lo he pasado a Idgie W. McGregor en mano.
Me lo pasó ayer Carbo, como los otros cientos de miles que me ha dado este año. :-p
Leo en el foro que tiene pensado buscar otro ejemplar en el futuro para una relectura, y yo me pregunto... ¿Y no es más sencillo plantear esto como un préstamo? Que te lo devuelvo cuando lo lea, mujer, a modo de bookring, y así te quedas con la conciencia tranquila de que ha cumplido con su función becera. :-)
Leo en el foro que tiene pensado buscar otro ejemplar en el futuro para una relectura, y yo me pregunto... ¿Y no es más sencillo plantear esto como un préstamo? Que te lo devuelvo cuando lo lea, mujer, a modo de bookring, y así te quedas con la conciencia tranquila de que ha cumplido con su función becera. :-)
Uf, ¡vaya libro! Comparto totalmente el sentimiento de rechazo-repulsión-un poquito de curiosidad que produce el personaje. A ratos es odioso, y a ratos totalmente patético hasta tal punto que despierta casi compasión. No dejo de pensar que si el propio enano supiera que estoy escribiendo esto de él le fastidiaría enormemente...
Carbo, muchas gracias por haberme prestado este libro. Hay más gente pendiente de leerlo, así que lo paso en seguida.
Carbo, muchas gracias por haberme prestado este libro. Hay más gente pendiente de leerlo, así que lo paso en seguida.
Al fin hoy se lo paso en mano a Oviri... Tan sólo recordarle a Oviri que luego ha de pasárselo a Quevedo, que también manifestó interés.
Lo tengo en la mano y me entran ganas de releerlo: menudo personaje :S
Lo tengo en la mano y me entran ganas de releerlo: menudo personaje :S
Me lo pasó Carboanion, está en un bookring, así que lo pongo al inicio de mi cola de lectura para después pasárselo a Quevedo.
Algo lento, demasiado centrado en la amargura del enano que vive su fantasía de poder a través de las estrategias y batallas de su príncipe y otros personajes... Pero bien escrito. Mantiene el interés y las ganas de seguir leyendo. Aunque ahora yo no estoy de humor para tanta mala leche.
Lo pongo reservado para Quevedo, el siguiente del bookring.
Lo pongo reservado para Quevedo, el siguiente del bookring.