"El segundo libro de esta ambiciosa y profusamente documentada vida de Cristo comienza en el último invierno de los años desconocidos, culmina en los cuarentas días y cuarenta noches que pasa en el desierto y concluye con un milagro.

Herodes Antipas rige en Galilea, Poncio Pilatos es el nuevo gobernador romano de Judea y el Imperio Romano controla el mundo. Tras un invierno sin lluvia, el polvo y los disturbios se apoderan de las calles de Judea. Jesús habita en el oscuro pueblo de Nazaret junto a su unida familia judía. Su vida tranquila contrasta con unos tiempos turbulentos en los que los bandidos bajan de las colinas para aterrorizar a las mujeres y el fanatismo local se enardece súbitamente.

Desde hace tiempo corren rumores de un nacimiento virginal. Sus hermanos, su madre, sus amigos, todos esperan alguna señal sobre el camino que él debe tomar, unos con asombro, otros con impaciencia o con incredulidad. En su condición de humano y divino, Jesús lucha con las exigencias de su familia, la necesidad del amor humano y su sobrecogedora sensación de estar atado al destino. Sin embargo, en el momento de la verdad, durante las bodas de Caná, cumple con su deber filial al transformar en fresco vino tinto el agua contenida en unas tinajas, a fin de que la fiesta pueda continuar.

Ahora, a sus treinta años, este taciturno hombre de Nazaret emerge tras el bautismo en el río Jordán para enfrentarse con su misión... y con el Diablo. Se le insta a llamar a Israel a levantarse contra el yugo de Roma. Pero su verdadero llamado es de otra naturaleza."

Hace un par de años leí El niño judío y me gustó lo suficiente como para sentir curiosidad por su continuación. Anne Rice contaba en aquella obra que fue educada en un colegio de monjas católicas y que recordaba aquella época como un tiempo de miedo y represión del que se liberó al unirse a su marido, ateo convencido. Sin embargo, a la muerte de éste, sintió la necesidad de creer de nuevo y de todo aquello surgió esta obra. Dado que el primer libro no hacía ningún tipo de exaltación de la figura de Cristo, sino que versaba más sobre la zozobra de un niño, la disyuntiva entre lo que es, lo que siente, lo que puede hacer y lo que se espera que haga, esperaba que en esta segunda parte no hubiera proselitismo. No lo hay, pero sí que el protagonista toma conciencia de su misión y empieza a captar seguidores de una forma que se me escapa: simplemente llega y todo el mundo sabe que es el profetizado y se le une, sin más. Es muy curioso cómo se obran los milagros sin sensación de prodigio, el poco revuelo que parecen levantar sus actos; y no le falta atractivo a esas expectativas que se levantan en torno a un líder guerrero que en realidad considera que el enemigo del Hombre es el Tiempo y no Roma. Por fortuna, ese lado espiritual no llega a reflejar la doctrina cristina hasta convertir el libro en un panfleto irritante, sino que es más una reflexión sobre la felicidad del hombre sencillo, sobre el disfrute de los dones efímeros que rodean a quienes tienen los momentos muy contados para disfrutarlos. A pesar de todo, la novela me ha parecido bastante carente de contenido. Puede que hubiera lapidaciones, acusaciones, escándalos, el inicio de una rebelión, pero para mi gusto le ha faltado intensidad, me ha faltado empatía. Creo que me hubiera gustado más una novela de tipo más histórico, que describiera un poco más la situación política en medio a la que se arroja a Jesús en lugar de nombrar los estandartes de Tiberio en el Templo como único desencadenante del malestar de los judios frente a Roma.

Lo liberaré, espero que quien lo encuentre lo disfrute más que yo.

El día 5 de octubre, a las once de la mañana, nos reuniremos en torno a la mesa de azulejo que representa un mapa del Parque de María Luisa, cerca del Museo de Artes y Costumbres Populares y junto a la placita de las palomas, para empezar a liberar desde allí.