"Este libro es una divertida provocación. Se enfrenta con el stablishment de los poderosos e influyentes, para mostrar los destrozos que están haciendo en el habla castellana.
Todos contribuimos un poco al glosicidio. Si este diagnóstico es correcto, habría que vaticinar la desaparición del español como idioma culto. Puede que se transforme en una especie de pichinglis o de swahili hispánico, un conjunto de dialectos para el mero intercambio cotidiano de varios cientos de millones de personas. No hay esperanza de que sea utilizado como vehículo de creación científica. La degeneración del idioma castellano ha empezado en España por las clases cultiparlantes, los comunicadores y los comunicólogos. Muchos estudiantes universitarios españoles son incapaces de expresarse correctamente en castellano; son virtualmente analfabetos, sin que nadie tenga piedad de ellos. Está de moda hablar mal y aquí se ridiculiza esa moda con nombres y apellidos. Este ensayo sobre las costumbres, satírico y amable como es, no dará origen a ninguna polémica. Nadie se sentirá aludido. Cosechará una espesa gavilla de silencios punzantes, el género intelectual que entre nosotros medra.

Quede como testimonio de una época perversa, en la que se intentó asesinar a nuestra madre común: la vieja lengua castellana."

Este libro salió de las estanterías de los suegros de mi hermana, que han pintado el piso y por tanto se han deshecho de un montón de libros. En un principio pensé en registrarlo en la estantería comunitaria y echarlo a la calle sin mirarlo dos veces pero, a pesar de las barbaridades que pueden leerse en esta misma entrada que estoy registrando, procuro tener mucho cuidado con mi ortografía y no estaría de más pulir mi vocabulario y mi gramática, con lo cual empecé a hojearlo y acabé por leérmelo entero. Confieso que muchas de las cosas que aquí se describen las perpetro a cara descubierta y que probablemente dentro de dos días se me hayan olvidado, con lo cual mi propósito de enmienda habrá sido baldío, pero sí me ha sorprendido cómo en 1984 ya se profetizaban los desastres que se auguran en 2010 y se identifican las mismas lacras que ahora. Todo lo que he leído en este libro lo he escuchado a gente de mi edad, que tenía siete años cuando se escribió La perversión del lenguaje.

Además de muchas matizaciones sobre muchos temas, la obra también incluye muchas reflexiones sobre el lenguaje, su flexibilidad, su uso, sus orígenes y sus diferentes aspectos, algunas de ellas muy bonitas y otras muy ciertas, con mucho sentido común. Lo único que no me ha hecho gracia es descubrir la cantidad de muletillas y latiguillos en los que incurro por mero desconocimiento (el autor odiaría una frase como la que acabo de escribir, con tantas palabras con más de tres sílabas, por ejemplo), porque algunos giros y expresiones se han incorporado de tal manera al uso cotidiano que nunca me he parado a pensar si son correctos o qué significan, simplemente porque todo el mundo los usa y los he visto incluso en textos literarios.

Da qué pensar.

El día 24 de octubre hay prevista una liberación masiva: tendrá lugar en la Plaza de América, en el Parque de María Luisa, a partir de las doce de la mañana. No sé hasta qué punto será masiva, porque no sé a qué total ascenderá la cantidad de libros liberada, pero hace tanto tiempo que no hay actividad conjunta en la ciudad que cualquier cosa será buena :P