¿Cómo no leer esta breve novela de un tirón? Ramiro regresa al Chaco después de haber pasado los últimos 8 años en Paris, estudiando, casándose y divorciándose. Cuando un amigo de la familia lo invita a su casa a una cena de bienvenida, Ramiro conoce a la púber Araceli e instantáneamente reconoce que tendrá problemas: no podrá mantener su hombría adentro de los pantalones. Quiere tocarla y poseerla, y ese deseo lo descontrola.

El personaje de la novela es una especie de Rodion Romanovich chaqueño (Dostoievski se encuentra implícito y explítico a lo largo del relato) que de un instante para el otro se convierte en un brutal violador para derivar, después, en un frío y calculador asesino. La culpa es de la niña de 13 años, que no deja de provocarlo. Es del doctor Tennembaum por atizar su paranoia. Como en Macondo, la culpa es del calor, que vuelve loca a la gente. La culpa es de la luna caliente. La culpa es de cualquiera menos suya. Como Rodion pero con menos indolencia, Ramiro se auto-estudia para constatar si se ha convertido en un asesino, en un violador, en un monstruo.

Durante toda la lectura me mantuve en suspenso, necesitaba dar vuelta la página y saber qué vendría después, cada acontecimiento me pareció imprevisible. El narrador no da respiro, no se detiene en descripciones ni anécdotas tangenciales, todo es acción, movimiento. La tensión erótica es permanente, lo que ayuda al lector a introducirse en el clima y el clímax del relato.

Hacia el final Giardinelli introduce un acontecimiento fantástico, o una enorme metáfora de la muerte o la locura. Cada lector sacará sus propias conclusiones.

CONTROLLED RELEASE NOTES:

Intercambio (temporal) por un libro de Marechal.