Un aburrido inglés, contable de profesión, tiene que ir a investigar un posible desfalco en una sucursal italiana durante los tiempos del ascenso de Mussolini. La atmósfera es contraria a los ingleses, pero él va, sin saber una palabra de italiano y con sus mejores intenciones. Al llegar allí, y tomar algo en una cafetería empiezan las situaciones ridículas. Conoce a Emma, la chica traviesa del título, pero no pueden llegar a nada debido al incidente en que él se confunde de rótulo y entra en el baño de las señoras.

A partir de ahí, habrá un equivoco tras otro, y el contable se sentirá como un pato mareado envuelto en un huracán del que no sabrá cómo salir.

Lo mejor son las dos conversaciones con el sacerdote y la explicación del plan de Emma para entrar en el prostíbulo, kafkianas a más no poder. La manera de hablar de Emma es divertida y evidente, pero llega un momento en que se me hizo pesada, siempre los mismos cambios.

Pillado en el segundo meetup de octubre (Ourense 2007).

Hay novelas, como ésta, que están muy ligadas a una fecha y un escenario, y pierden mucho con el paso del tiempo