Kafka En La Orilla

by Haruki Murakami | Literature & Fiction |
ISBN: 0099458322 Global Overview for this book
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Journal Entry 1 by EtnaicsurF on Wednesday, March 14, 2007
海辺のカフカ Umibe no Kafuka (2002)
84-8310-356-7
Leido en primavera de 2007

"un libro que no solo se lee de un tirón, sino que tensa metafísicamente el pensamiento" John Updike, The New Yorker

"Acabar de leer Kafka en la orilla equivale a despertarse de un magnífico sueño: nada ha cambiado realmente, pero uno ve el mundo de una manera distinta" Newsweek

"Cualquiera puede contar una historia que se parezca a un sueño, pero éste es el caso extraño de un artista que nos hace sentir como si la soñáramos nosotros mismos" The New York Times Book Review

a veces, el destino se parece a una pequeña tempestad de arena que cambia de dirección sin cesar. Tú cambias de rumbo intentando evitarla. Y entonces la tormenta también cambia de dirección, siguiéndote a ti. Tú vuelves a cambiar de rumbo. Y la tormenta vuelve a cambiar de dirección, como antes. Y esto se repite una y otra vez. Como una danza macabra con la Muerte antes del amanecer. Y la razón es que la tormenta no es algo que venga de lejos y que no guarde relación contigo. Esta tormenta, en definitiva eres tú. Es algo que se encuentra en tu interior. Lo único que puedes hacer es resignarte, meterte en ella de cabeza, taparte con fuerza los ojos y las orejas para que no se te llenen de arena e ir atravesándola paso a paso. Y en su interior no hay sol, ni luna ni dirección, a veces ni siquiera existe el tiempo. Allí sólo hay una arena blanca y fina, como polvo de huesos, danzando en lo alto del cielo 11

los niños, en cuanto juegan juntos a algo que les entusiasma, derriban con relativa facilidad las barreras culturales y sociales 26

la mayoría de las personas piensan que los gatos son seres indolentes que se pasan el día tendidos al sol, sin preocupaiones, pero nuestra vida no es tan bucólica. Somos seres humildes, impotentes y frágiles. No tenemos caparazón como las tortugas, ni alas como los pájaros. No podemos ocultarnos bajo tierra como los topos, ni cambiar de color como los camaleones 109

cuesta mucho decir las cosas que importan de veras 115

tú has descubierto esa obra. O, dicho de otra manera, esa obra te ha descubierto a ti 144

...temes a la imaginación. Y a los sueños más aún. Temes a la responsabilidad que puede derivarse de ellos. Pero no puedes evitar dormir. Y si duermes, sueñas. Cuando estás despierto, puedes refrenar, más o menos, la imaginación. Pero los sueños no hay manera de controlarlos 178

esto es la guerra. Y tú un soldado. Tienes que dicidirte. O yo mato a los gatos o tú me matas a mí. Una de dos. Tienes que elegir. Ya sé que para ti es injusto. Pero míralo de sta manera: ¿acaso no es injusto el hecho, en sí mismo, de elegir? 183

no puedes cerrar los ojos. Cerrarlos no soluciona nada. Por más que los cierres, no desaparecerá el problema. Al contrario, cuando vuelvas a abrirlos, las cosas habrán empeorado aún más. Así es el mundo en que vivimos, Nakata. Tú mantén los ojos bien abiertos. Cerrarlos es de pusilánimes. Sólo los cobardes apartan la vista de la realidad. Y mientras tú cierras los ojos y te tapas los oidos el tiempo va transcurriendo. ¡Tic!¡Tac!¡Tic!¡Tac!
Tal como le decían, Nakata abrió los ojos. Cuando Johnnie Walken comprobó que los tenía abiertos, se comió el corazón de Kawamura como si hiciera una exhibición
188

la vida de la señora Saeki, fundamentalmente, se detuvo a los veinte años, la edad que tenía cuando él murió. No, quizas a los veinte años no, sino mucho antes. Yo eso no puedo precisarlo. Pero tú esto debes comprenderlo. Las agujas del reloj sepultado dentro del alma de la señora Saeki se detuvieron justo alrededor de aquel punto. Por supuesto, el tiempo fuera de su alma ha seguido su marcha y su efecto real la ha alcanzado también a ella. Pero ese tiempo no significa nada para ella... en la vida de los hombres hay un punto a partir del cual ya no podemos retroceder. Y, en algunos casos, existe otro a partir del cual ya no podemos seguir avanzando. Y, cuando llegamos a ese punto, para bien o para mal, lo único que podemos hacer es callarnos y aceptarlo. Y seguir viviendo de esta forma 207

fíjense más en lo que hemos conseguido y menos en lo que hemos podido conseguir. ¿Acaso no reside en esto la justicia? 226

género 227

sujetos estrechos de miras, intolerantes y sin imaginación. Tesis desconectadas de la realidad, terminología vacía, ideales usurpados, sistemas inflexibles. Son estas las cosas que a mí, realmente, me dan miedo. Son estas las cosas que yo temo y odio con todo mi corazón. Es importante saber qué es correcto y qué no lo es, por supuesto. sin embargo, los errores de juicio personales pueden corregirse en la mayoría de los casos. Si uno tiene la valentía de reconocer su error, las cosas, generalmente, se pueden arreglar. Pero la estrechez de miras y la intolerancia de la gente sin imaginación son igual que parásitos. Provocan cambios en el cuerpo que les acoge y, mudando de forma, se reproducen hasta el infinito. Y eso no hay manera de detenerlo. Y yo, semejantes sujetos, no quiero que entren aquí 231

no es la persona la que elige su destino, sino el destino el que elige a la persona. Ésta es la concepción del mundo en la que se fundamenta la tragedia griega. Y la tragedia, según define Aristóteles, irónicamente, no surge de los defectos del protagonista, sino de sus virtudes. ¿Entiendes a qué me refiero? Son las cualidades, no los defectos, las que arrastran al hombre a la tragedia. Edipo rey, de Sófocles, es un ejemplo remarcable de ello. En el caso de Edipo, no son la indolencia y la estupidez las que originan la tragedia, sino su valentía y su honestidad. Y de ahí nace, inevitablemente la ironía 253

una hipótesis es un campo de batalla en tu cerebro 259

el mundo fantástico son las tinieblas que hay en el interior de nuestra mente. Antes de que en el siglo XIX Freud y Jung arrojaran luz sobre todo esto con sus análisis del subconsciente, la correlación entre ambas tinieblas era, para la mayoría de personas, un hecho tan obvio que no valía la pena pararse a reflexionar sobre él. Ni siquiera era una metáfora. Y si nos remitimos a épocas anteriores, ni siquiera era una correlación. Hasta que Edison inventó la luz eléctrica, la mayor parte del mundo vivía, literalmente, envuelto en unas tinieblas tan negras como la laca. Y no existía frontera alguna entre las tinieblas físicas del exterior y las tinieblas interiores del alma, ambas se entremezclaban. Más aún, se confundían en una. En la época en que vivía Murasaki Shikibu, los espíritus vivos eran a la vez un fenómeno fantástico y una disposición del espíritu de lo más normal, algo que estaba allí. Pensar en estas dos clases de oscuridad como algo separado era algo que, probablemente, no pudiera hacer la gente de aquella época. Pero para nosotros, que estamos en el mundo actual, las cosas son distintas. Las tinieblas del mundo exterior han desaparecido, pero las tinieblas de nuestra alma continúan inalteradas. Una gran parte de lo que llamamos yo o consciencia permanece oculta en el reino de las tinieblas, como un iceberg. Esta disociación, en algunos casos, crea en nosotros confusión y grandes contradicciones 284

una música hermosa, carente de artificios... su voz va lavando la mente con suavidad como la lluvia de primavera humedece las piedras planas de un camino en un jardín 287

el puro presente no es sino el fugitivo del progreso del pasado royendo el futuro. A decir, toda percepción ya es memoria... Henri Bergson - Materia y memoria 344

todos los objetos se encuentran en constante movimiento. La tierra, el tiempo, los conceptos, el amor, la vida, la fe, la justicia, el mal. Todas las cosas fluyen, son transitorias. Nada permanece indefinidamente en el mismo lugar ni con la misma forma. El universo es un enorme Seur 360

tú no tienes la culpa de todo. Tampoco la tengo yo. Tampoco es culpa de la profecía, ni de la maldición. No es culpa del ADN, ni del absurdo. No es culpa del estructuralismo, ni de la tercera revolución industrial. Que nosotros vayamos decayendo y perdiéndonos se debe a que el mecanismo del mundo, en sí mismo, se basa en la decadencia y en la pérdida. Y nuestra existencia no es más que la silueta de este principio 418

pensar seriamente sobre las cosas que no son serias es pensar por pensar. Una pérdida de tiempo, vamos 423

-¿Crees que la música posee el poder de cambiar a la gente? Es decir, que si, en un momento determinado, escuchas una música determinada, ésta puede hacer que se produzcan grandes cambios dentro de ti.
Ôshima asintió.
-Por supuesto -dijo-. Eso sucede. Experimentamos lgo y, como resultado, ocurre algo. Es una especie de reacción química. Luego nos examinamos a nosotros mismos y descubrimos que la gradación de todo lo que nos rodea ha ascendido un punto. Y que, a nuestro alrededor, el mundo se expande. Yo lo he experimentado. No sucede muy a menudo, pero a veces ocurre. Es como el amor 473

¿la guerra nace de la ira o del miedo? Tal vez la ira y el miedo no sean más que dos facetas diferentes de un mismo espíritu 483

¿la nada se incrementa? 508

En la cocina hay un fregadero con agua corriente. Doy la vuelta al grifo, sale agua. Un agua límpida y helada. Teniendo electricidad, es posible que la bombeen de algún pozo. Lleno un vaso, me lo bebo 523

cada uno de nosotros sigue perdiendo algo muy preciado. Oportunidades importantes, posibilidades, sentimientos que no podrán recuperarse jamás. Esto es parte de lo que significa estar vivo. Pero dentro de nuestra cabeza, porque creo que es ahí donde debe de estar, hay un pequeño cuarto donde vamos dejando todo esto en forma de recuerdos. Seguro que es algo parecido a las estanterías de esta biblioteca. Y nosotros, para localizar dónde se esconde algo de nuestro corazón, tenemos que ir haciendo siempre fichas catalográficas. Hay que limpiar, ventilar la habitación, cambiar el agua de los jarrones de flores. Dicho de otro modo, tú deberás vivir hasta el fin de tus días en tu propia biblioteca 580

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