La decoradora Nora Sinclair sabía escoger con suma maestría y habilidad obras de arte y mobiliario para convertir una vivienda vacía en un espacio hecho a la medida de ricos y famosos. Y también sabía cómo coleccionar amantes de lujo, guapísimos millonarios de cuerpos atléticos. Gracias a ellos, y a una larga serie de enamorados fallecidos en extrañas circunstancias, había llegado a amasar una gran fortuna. Su historial traía de cabeza al FBI y estaba a punto de hacer caer al curtido agente John O'Hara en su telaraña asesina...