Aus meiner damaligen Seminararbeit (2012):

En “Un momento de descanso” Antonio Orejudo emplea una versión fictiva de si mismo como narrador. La actuación empieza con un reencuentro: en la Feria del Libro de Madrid, dónde Orejudo firma ejemplares de sus libros, aparece como “un fantasma del pasado” (13) su viejo amigo Arturo Cifuentes, con quién estudió filología y con quién emigró a Estados Unidos para doctorarse. Los dos quedan para comer juntos y Cifuentes le pone al día a Orejudo, y este mismo relata los eventos al lector. Su carrera de docente de universidad en Missouri fracasó – se ha divorcionado de su mujer Lib, perdió su puesto de docente por accusaciones de racismo de una estudiante afroamericana y Edgar, su hijo retrasado, se ha alejado de él. Además sufre de una desilusión profunda de las Humanidades en general (que, según Cifuentes, no tienen ningún valor práctico para la vida) y del sistema universitaria en específico (que, según él, es llena de corrupción y farsantes).
En la segunda parte del libro, Orejudo se entera de que su encuentro con su viejo amigo no fue casual, pero que Cifuentes iba a buscarlo para pedirle ayuda a desenmascarar a Augusto Desmoines, el fundador de la universidad dónde los dos estudiaron y “una leyenda viviente” (99) en sus días. Cifuentes está convencido que Desmoines era un farsante que falsificó la historia y que su hijo Vergilio, hoy en día rector de la universidad, sigue con el sistema corrupto de su padre. Cifuentes presenta algunos documentos para verificar sus sospechos pero no logra en convencerle completamente a al fictivo Orejudo. A lo largo de la segunda parte el lector se entera del pasado de Orejudo y que, en sus tiempos de docente en Estados Unidos, participó en estudios medicínicos que le hicieron confundir la realidad con su propia imaginación. Orejudo aprovecó de esa imaginación desbordante para dejar su carrera académica y hacerse escritor.
La tercera parte consiste mayormente de la búsqueda de evidencia para la teoría de Cifuentes. Las vinculaciones de la historia se vuelven más y más grotescas: los testigos son un catedrático que se suicidó, una catedrática que está en una clínica psiquiátrica y un hermano de más de 100 años que pasa el día fumando marihuana. Cuando al final Orejudo está convencido que las accusaciones de Cifuentes son correctas, debe enterarse que Cifuentes ahora aprovecha del sistema corrupto y tiene un puesto de catedrático, promocionado por Vergilio Desmoines. Cifuentes se justifica diciendo que ahora es un “hombre descansado” (239) y que traicionó a sus principios porque luchar para ellos no le había servido en su vida antes tampoco. La venganza irónica de Orejudo consiste en contar toda esa historia; aunque le prometió a Cifuentes de guardar silencio sobre los hechos, ahora es Orejudo que comete una pequeña transgresión de sus principios y descansa un momento.
Antonio Orejudo logró en escribir una novela grotesca y graciosa al mismo tiempo. Su estilo es muy directo, una mezcla de propias experiencias y hechos que conoce de oídas, contado sin miedo de tabues, a veces hasta pornográfico, pero siempre con un toque de ironía. El juego de Orejuda consiste en mezclar la realidad y la imaginación de tal manera, que al final no se puede distinguir más entre las dos. La gran pregunta que nos queda como lector es, si estamos dispuestos a confrontarnos con la realidad o si preferimos conformarnos con lo que nos gusta creer que sea la realidad.

Bibliografía
Orejudo, Antonio. Un momento de descanso. Barcelona: Tusquets, 2011.

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