"En un pabellón rodeado de nieve sin pisar aparece el cadáver de una mujer. Las únicas huellas que se ven son las que ha dejado la persona que ha encontrado el cuerpo. Lo curioso es que el asesinato se cometió cuando ya había dejado de nevar. No hay más señales en el manto blanco del suelo... y el asesino tampoco estaba en el interior del recinto. ¿Un crimen imposible?

John Dickson Carr (1905-1977) escribió numerosas historias de detectives con distintos seudónimos. Con el de Carter Dickson publicó, entre otras novelas, Sangre en El Espejo de la Reina. La acción trepidante y la originalidad de sus argumentos, fantásticos e irracionales en ocasiones, lo convierten en un autor imprescindible. Los crímenes de la viuda roja es otro de sus brillantes títulos."

No recuerdo de dónde saqué este ejemplar, si de los saldos de El Corte Inglés hace muchísimos años o de los del VIPs de República Argentina hace menos. El caso es que tras una primera lectura debió gustarme lo suficiente como para llevármelo al piso de la playa, que hace las veces de almacén definitivo de libros. Puesto que los estantes ya amenazan con romperse, mis padres me han pedido que vaya desalojando todos aquellos títulos que no quiero conservar, pero de la mayoría no me acuerdo y he optado por releer para saber si dejarlos ir o no.

No recuerdo qué primera impresión me causaría esta novela, pero la segunda no ha sido desfavorable. No tan entusiasta como para conservarlo, pero lo bastante buena como para disfrutarla: un planteamiento de "habitación cerrada" para el que dos posibles implicados proponen soluciones factibles (aunque no irrebatibles) y, no contento con ello, la mente prodigiosa que dará con la resolución añade más métodos. Todo un derroche de imaginación a la hora de matar a alguien en un edificio aislado sin dejar rastro de haber accedido a él para cometer el crimen.

Hay poco respeto por la víctima, muchas pasiones, muchos intereses y más muertos en el proceso de la investigación. Entretenido.

Mañana, sobre las nueve y media de la mañana, pasaré por el Parque de María Luisa camino del trabajo y dejaré seis libros en la Glorieta de Rodríguez Marín (frente al Museo de Artes y Costumbres Populares). ¡Suerte con la caza, si os animáis!