"Un hombre, herido de bala y al borde de la muerte, es rescatado del mar por unos pescadores franceses. Al cabo de varios días de inconsciencia, vuelve en sí. Pero ignora su nombre, su nacionalidad, su procedencia: todo. Su amnesia es absoluta. Una sola pista lo une al pasado: un microfilme que lleva implantado bajo la piel, y en el que figura el número de una cuenta bancaria en Zurich. A partir de esa referencia, el desconocido empieza a rastrear su propia identidad en Zurich, Marsella, París, Nueva York... Lo que va descubriendo es aterrador. Dentro de este laberinto, sus pasos se encaminan inexorablemente hacia el más buscado terrorista internacional de todos los tiempos: Carlos."

No recuerdo de dónde salió este libro, si de la limpieza de las estanterías de algún amigo o familiar o del mercadillo de libros de segunda mano de la Biblioteca Infanta Elena. Sólo recuerdo que de mi padre no es, no ha salido de mi casa... No hace mucho vi un documental sobre el personaje, su simbolismo y su influencia en las modernas películas de espías y me decidí a leer la novela.

En una época de Internet y de teléfonos móviles que un asesino tenga que ir buscando una cabina telefónica resulta un tanto chocante: cualquier cosa que se resolvería fácilmente hoy en día se vuelve una ardua tarea para Bourne. Entre esto, el amor súbito y desesperado de la pareja protagonista, algunos usos raros del lenguaje que no sé si son traducciones literales o a qué han podido deberse y que para mí las escenas de acción, persecuciones y peleas siempre son más cinematográficas que literarias y se me hacen pesadas de leer, confieso que preferí la película de Matt Damon antes que esta lectura. Se me ha hecho muy cuesta arriba. A la calle con ella.

Esta semana voy a dejar un libro cada tarde en la Glorieta Rodríguez Marín, en torno a las cinco y veinte de la tarde, cuando pase por el Parque de María Luisa de vuelta a casa. Éste en concreto lo liberaré el miércoles 6 de septiembre... ¡Suerte con la caza!