Aunque los años y la fatiga embrollen el asunto, a pocos les pasa desapercibido lo primordial del contrato amoroso: la veracidad e intensidad de una relación que no puede ser falsificada. Cuando esto ocurre, sólo los afortunados capaces de emprender el viaje de retorno, siguiendo sus propios pasos, podrán encontrarse tal y como fueron: con la franqueza de un corazón dispuesto a ser sellado de nuevo por el amor. El aventurado viaje a una isla exótica tendrá para Adriana un doble desenlace. Buscando el rastro de las caudalosas infidelidades de su marido tendrá oportunidad de rehabilitar su amor propio y encontrar en otro hombre el amor que había perdido. De este modo deshace la doble deuda que se veía obligada a arrastrar: la herida de la mujer fiel traicionada y la insatisfacción vital de una ejecutiva de éxito que carecía de lo esencial. El rigor de la estructura y la medida contención y seguridad de la prosa corren parejas en este examen de la condición femenina y la relación amorosa que es también un acabado retrato lírico de un paraje y de unas gentes sobre el que se inscribe en filigrana la historia de la resquebrajadura de una relación. El vergel señala un punto cenital en el depurado arte de narradora de Josefina Aldecoa

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