"Cuando dos sociedades se enfrentan y vence una, la historia será escrita al gusto del vencedor. La fuerza y las virtudes del perdedor servirán sólo para ensalzar todavía más a su victorioso oponente. Éste es el papel reservado a Cartago, ciudad rica y hermosa, contrapoder de Roma, que a orillas del Mediterráneo osaba oponerse a los planes de su otro yo, su enemiga en todo. Ya Flaubert dedicó una novela a esta prodigiosa ciudad que sin haber creado un imperio, era la abanderada de la oposición a Roma y su poder en tiempos de Amílcar y sus hijos fue superior al de aquella.

Aníbal de Gisbert Haefs recrea en clave de aventuras las prodigiosas hazañas de Amílcar y sus hijos Asdrúbal y Aníbal. Nos las cuenta un íntimo amigo de la familia, el banquero Antígono, cuando ya anciano deja correr sus recuerdos sobre un mundo que hubiera podido ser y no fue, aquel que impulsaba una ciudad (Cartago) creadora de riquezas más que de imperios. Desde más allá de Iberia, en el Atlántico, pasando por Sicilia y Alejandría y terminando en las costas helénicas, el mar reunía un crisol de culturas y actividades a las que Roma pretendía sojuzgar, mientras que la Cartago de Aníbal, cuenta Antígono, pretendía respetar."

Compré este libro en el mercadillo solidario de la biblioteca Infanta Elena por un euro, ya que llevo una temporada interesada en la Antigüedad Clásica y hay mucho (demasiado) que no sé. Este libro narra las dos guerras púnicas, los tratados, el número de hombres, las instituciones, la corrupción, con todo lujo de detalles, hasta tal punto que me vi un tanto abrumada. Se me antojó muy denso, he tardado mucho en leerlo porque para no confundir el Asdrúbal compañero de Amílcar con Asdrúbar hijo, Hannón el geriarca que sabotea a Aníbal con Hannón el almirante inepto, etc, tenía que poner mucha atención, lo cual redundaba en un cansancio mental considerable a las pocas páginas. No es un libro para leer de una sentada, ni por su extensión, ni por su contenido. A cambio, es una novela rica en detalles y datos. Quizá se ensalza demasiado a los protagonistas y toda la culpa es los gobernantes cartagineses, más interesados en enriquecerse que en favorecer a sus generales porque son sus rivales políticos. Quizá se pinta demasiado cruel una Roma que admiro, aunque ése es mi defecto y no el de la obra. No obstante, es interesante.

El Museo Arqueológico de Sevilla, en pleno Parque de María Luisa, es un lugar lleno de belleza e Historia, con mayúscula, ya que alberga desde fastuosos ajuares funerarios prehistóricos hasta los dioses romanos de Itálica, pasando por una réplica del Tesoro de El Carambolo. Queremos potenciar que se visite y disfrute liberando allí novela histórica, de modo que quien quiera cazar pueda regalarse la vista. Por tanto, el día 23 de abril, Día del Libro, a partir de las once de la mañana dejaremos este ejemplar y otros del mismo género en las salas XIV, XIX y XX, donde se encuentran el Mercurio, la Diana y los emperadores de Itálica, en los bancos que hay allí dispuestos para la contemplación de las esculturas.