"Una nave frente a las costas griegas. A bordo, una mujer trata de distinguir el perfil del Peloponeso en la luz incierta del crepúsculo. Es Helena de Troya, devuelta a su patria por su marido, Menelao, después de la destrucción de la orgullosa ciudad.

Al viento y a las olas, ella confía su propia historia. Y su voz, melancólica y vibrante, nos habla de una criatura sedienta de amor, llena de pasión y sensualidad, pero obligada a casarse con un hombre al que no había elegido. Una decisión fatal, de la que nacerán lutos y tragedias, porque Helena buscará entre otros brazos aquello que le ha sido negado.

Francesca Petrizzo despoja a su protagonista del halo legendario, le da carne y alma. La figura de Helena irrumpe en el relato con la fuerza, la rabia y la dulzura de un personaje auténtico, arquetipo de todas las mujeres que a través de los tiempos han opuesto las razones del corazón a las del poder. Sostenido por una escritura lírica, musical y, por momentos, hipnótica, éste es el sorprendente debut literario de una jovencísima escritora."

Durante el puente del Pilar de este año he estado en Mérida, de convivencia con beceros madrileños para recordar viejos tiempos (ya se sabe, liberar libros y ponernos hasta los ojos de buena comida), y la lluvia nos obligó a refugiarnos en la tienda del Consorcio de la Ciudad Monumental de Mérida, donde compramos reproducciones de lucernas, imanes y, en mi caso, libros. Compré Ciprianus, gladiador romanus, de Juan Muñoz, porque en mi niñez leía Fray Perico y su borrico y El pirata Garrapata y éste, por curiosidad. Este año he leído El poder del rey, de George Shipway, que despoja la guerra de Troya de toda su epicidad y la reduce a intereses económicos y movimientos políticos, y La guerra que mató a Aquiles, una exégesis maravillosa del texto homérico. Pensé que otra visión no me vendría mal por 5,95 euros.

Le pega que le veo a este libro es lo que la sinopsis define como "escritura lírica, musical y, por momentos, hipnótica": es tan formal, tan poética, que no me transmite nada. Para mi gusto, le falta fuerza. Culpa mía, por supuesto, pero necesito algo un poco más visceral para transmitirme emociones. Esta prosa es como ver un paisaje. Te puede transmitir ternura, serenidad, pero para ver pasión y violencia necesito un volcán, no un campo florido. De todos modos, a pesar de que Teseo no violase a Helena en este libro y ella se sienta libre de dar su cuerpo a cuanto príncipe pase por su palacio, estaba encontrando la lectura agradable hasta que llega la parte en que seduce a Héctor. Me lo he tomado como una violación de ese personaje. ¿De verdad todos los hombres quedan reducidos a un pene que no se puede resistir a ser metido en Helena? Es cierto que Héctor se resiste, pero me ha dolido en el alma el desdén hacia Andrómaca, la manera de destruir lo más bonito de la Ilíada para que sea bonita la historia de Helena. Sólo por eso ya no he sido capaz de disfrutar del libro. A la calle con él.

El Museo Arqueológico de Sevilla, en pleno Parque de María Luisa, es un lugar lleno de belleza e Historia, con mayúscula, ya que alberga desde fastuosos ajuares funerarios prehistóricos hasta los dioses romanos de Itálica, pasando por una réplica del Tesoro de El Carambolo. Queremos potenciar que se visite y disfrute liberando allí novela histórica, de modo que quien quiera cazar pueda regalarse la vista. Por tanto, el día 23 de abril, Día del Libro, a partir de las once de la mañana dejaremos este ejemplar y otros del mismo género en las salas XIV, XIX y XX, donde se encuentran el Mercurio, la Diana y los emperadores de Itálica, en los bancos que hay allí dispuestos para la contemplación de las esculturas.