En el cine Renoir Retiro tienen una estantería de intercambio de libros. A la que dejo uno me traigo éste, único con una pinta decente de los que hay. Curiosamente, a juzgar por la edición, portada, etc. se diría que juega en una categoría superior a la que indica su precio, aún pegado atrás, y corroborado por el ticket de compra, aún dentro. Se ve que en los dos años de vida que tiene no ha estado a la altura de las expectativas de venta. De hecho, el PVP del ticket es bastante inferior al original.
Veremos qué tal.

Pues ya me lo leí. Lo he acabo por perseverar. Me explico: empieza el autor empleando un lenguaje florido, no tanto rebuscado como en exceso espléndido. Y mientras uno va leyendo, tratando de abstraerse del lenguaje para meterse en la historia, suelta algún anacronismo que lo acaba de rematar. No en lo narrado, sino en la forma de narrar. Hay expresiones que en 1893, sin duda, no existían.
Lo curioso es que pasadas unas cuantas páginas puede que me haya acostumbrado, pero más apostaría a que al autor se le acabaron las flores y empezó a hablar más normal. Y oye, se agradece. La historia no llega a ser épica los personajes históricos que aparecen entre la ficción no desentonan mucho, pero sus hilos narrativos están traídos un poco por los pelos.
En resumen, una lectura maja.